viernes, 16 de enero de 2009


ARGUMENTO DE LA HIGUERA
La construcción en Getxo, en 1966 , de un nuevo instituto de enseñanza
media desentierra la historia del hombre solitario que decidió recluirse en un solar y cuidar de una higuera al poco de acabar la guerra civil. Se trata de Rogelio Cerón , uno de los falangistas que fueron casa por casa para llevarse a fusilar a las cunetas a varios hombres del pueblo.
En una de estas visitas , Cerón tropieza con la mirada de odio de un niño de diez años que contempla cómo le arrebatan a su padre y a su hermano,
una mirada que despierta de inmediato en la imaginación del falangista la certeza de que niño , cuando crezca, le matará, Cerón ya no volverá a ser el mismo.
CRÍCTICA DEL LIBRO
El relato tiene su origen en plena guerra civil y finaliza a mediados de los 60 . Pero
no temáis no se os va a llevar al trote por tres décadas ni a abrumamos con datos y
nombres . Lo que se nos cuenta es un suceso insignificante , apenas una anécdota ,
adquiriría categoría de símbolo y , a través del cual , el autor indaga tanto en el
corazón como en los vaivenes sociales e ideológicos de la España de la época. Es
curioso comprobar que casi nadies actúa por convicción propia , que el mimetismo
impera en todos los tiempos , igual que el miedo, los prejuicios ,la pura inercia, la
envidia la crueldad ...
¿ Quien es Rogelio Cerón ? ¿Un héroe ,un santo , un demente?
Esta novela trata de LA CULPA . O mejor , de la coincidencia culpable que lleva al
remordimiento y cuya último resultado es la expiación .

Si llevamos esta secuencia a sus limites ultimos , nos situamos en la España del 36-39
y contemplamos las barbaridades que se cometieron ( en este caso , referidas al bando
nacionalista ) ya tenemos el punto de partida de ¨la higuera ¨.
Lo que sigue puede parecer – sobre todo si lo contamos de una vez – una situación
inverosímil pero la habilidad de R. Plnilla va datando a la historia de todos los elemen-
tos precisos para hacerla creíble , nos va introduciendo en ese mundo demente y ahí
nos deja, como espectadores aterrados una veces, conmovidos otras, imbuidos siem-
pre de compasión en el mejor sentido término .
No se como consigue retratar lo inamovible , lo estático , y que de ello surja un
relato dinámico que nos mantenga intrigados hasta la ultima linea pero el autor
conoce perfectamente los hilos que debe mover para lograrlo.

AL final de todo este tinglado he echado algo falta : el perdón. Sólo una persona
tiene facultad de otorgarlo y no lo hace. ¿O SI ? En cualquier caso no de forma
explicita. Y , aunque así fuera , aunque el perdón se realizase en el fuero interno

de ese niño que ya creció, ¿de que sirve al antiguo culpable si nunca ,jamas, lo
va a saber.

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